martes, 21 de agosto de 2007

¿Quien me ha robado el mes de Agosto?

El Otoño nunca ha sido mi estación favorita. Los días se hacen cortos, empieza el frío y en Granada, huele al humo de los rastrojos ardiendo en la Vega. Se oyen las golondrinas, que se vuelven para el sur. Y lo peor: empieza el nuevo curso, laboral o académico. Después del otoño llega el duro invierno. Las heladas y las mañanas de escarcha, las noches largas, los abrigos, los pantalones de pana, los guantes, y el paraguas. Pero al fin y al cabo es lo normal, el ritmo estacional. Luego se compensa: al final llega la primavera, la que la sangre altera, cuando sol saluda con fuerza, y los almendros florecen. Cuando el aire huele dulce, y todo está verde y luminoso.

El problema es lo que pasa cuando tu cuerpo espera que lleguen los días largos, la luz y las flores, y de nuevo te llega un otoño. De repente, además. De nuevo días cortos y frío. Y lo que pasa es que te invade una extraña sensación, la sensación de que algo raro esta sucediendo, de que las hormonas primaverales no terminan de llegar, ni tampoco el calor y el solecito, de que te han robado la primavera, y de paso, el verano. Y así estamos nosotros. Pegaditos a la estufa, durmiendo con dos edredones. Comiendo sopitas y quedándonos congelados al salir de la ducha. A la espera de que el sol vuelva a salir. No os podéis hacer una idea de la envidia que nos da al hablar con la gente de casa, cuando nos cuentan sobre playas, cervecitas en terraza y pescaito frito, o mejor aún, paella, en un chiringuito a la orilla del mar. ¿Dónde se han quedado los bañadores, la sombrilla, las gafas de sol, y mi inseparable frasco de crema solar factor 30? Hasta a ella la echo de menos…

9 de Agosto, jueves. Santiago amanece nevado.


El Gran Santiago y su Smog. Este día no fué de los peores.

Y mientras aquí, nevando. Como la nevada del pasado 8 de agosto. Y resfriándonos. Y sufriendo el Smog, ese asqueroso cóctel de humo y niebla, que nos cubre como un domo que no deja ver el cielo ni apenas respirar. Y nosotros mirando cada día los árboles del parquecito de la puerta, con la esperanza de que se decidan a echar al menos una hojita. Y esperando a que los pájaros empiecen a cantar, a que el aire huela dulce por fin, después de dos temporadas de otoño-invierno consecutivas. Al menos los almendros del Cerro San Cristóbal están empezando a echar flores. Es la primera señal: en algunas semanas por fin tendremos al Sol con nosotros.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, ya queda poco para esa ansiada primavera... Y lo guay que va a ser pasar un diciembre en la playa!!!.. Ahí, los que estemos de vuelta en el otoño español, si que os tendremos envidia.. Por lo menos yo, mucha...

Anónimo dijo...

ehhhhhhh! noto un poco de melancolía en este comentario!!!! Ya falta menos, la primavera llegará enseguida y, con ella, tu madre y tu hermana (suegra y cuñada para Raul) No tenéis ganas???? Yo me muero por venir y veros.
Besos

Anónimo dijo...

Pues eso… que las señales ya estan aquí, aunque de todas formas el sol lo lleváis vosotros dentro. Y… seguro de que dos veranos seguidos también te hartarías.
Un abrazako enorme poeta granadino en tierras chilenas, otro pa la barbi y otro pal Germen.
Tt.